8.8.18

Páginas amaldiçoadas de Manuel Puig


Levantei-me às seis horas da manhã. A temperatura de 28 graus convidava para um passeio matinal e para o lugar comum - fotografar o nascer do sol, mas ele mostrou-se cerimonioso. Acabei por percorrer todo o passeio marítimo numa extensão de mais de três kilómetros, a pensar na novela de Manuel Puig Maldicion Eterna a quien lea estas páginas
Por lá ninguém se levantava cedo, ninguém se queria (ou podia) lembrar do passado, fosse argentino ou norte-americano. Por lá, pouco mais havia do que diálogo sobre o passado, como forma de recuperar o tempo esquecido, por força de tortura ou de trauma infantil, respetivamente… as histórias iam-se se reconstituindo, apesar dos amuos e da má vontade dos protagonistas - um velho alienado e um homem de meia idade, seu cuidador à hora e duas ou três vezes por semana…
A construção do livro intriga-me, sobretudo porque o narrador pouco diz e as personagens caem facilmente no mutismo. O final do livro, apesar do ex-professor de História querer voltar a exercer, é desesperante… A ação decorre, em grande parte, num Lar e num Hospital de Nova Iorque…
Para quem esteja interessado em mergulhar nas páginas amaldiçoadas de Puig, recomendo o que transcrevo:

La historia (casi toda) transcurre en Estados Unidos, y los personajes principales son Larry, un profesor de historia fracasado, que no confía en sí mismo lo suficiente como para dedicarse a la docencia, marxista, desempleado y divorciado, que tiene que tomar un trabajo de acompañante de gente de edad avanzada en el que conoce al señor Ramírez, el otro personaje, un anciano argentino, caprichoso, paranoico, que sufre de amnesia. Juntos irán conversando, intentando reconstruir la historia del otro, conocerla y entenderla. A Ramírez le interesa la historia de Larry porque todo le resulta novedoso y le pregunta hasta las cosas más triviales intentando, sin mucha voluntad, recordar algo de su propia vida; también a Larry le interesa la historia de Ramírez porque de a poco va descubriendo que el anciano (aunque lo niegue fervorosamente y se muestre indignado ante las insinuaciones o las afirmaciones del joven) fue en su país un militante, un importante dirigente sindical que fue apresado y torturado durante la dictadura militar y que fue por esas torturas que perdió la memoria. Es interesante ver cómo, a lo largo de la novela, y por la amnesia y los caprichos del señor Ramírez, las conversaciones pasan de ser diálogos reales, sobre la vida real de Larry (quien no parece muy contento recordando ciertas cosas, ciertos traumas) a ser historias mixtas, en las que el señor Ramírez interviene, diciendo cómo en realidad fue un episodio traumático de la vida de Larry, cómo las cosas no son en realidad como se las cuenta él sino totalmente distintas y termina contando lo que suponemos, en realidad, son anécdotas de su propia vida que conscientemente no recuerda. Estos diálogos, forzados por las interrupciones caprichosas del anciano, van volviéndose cada vez más irreales, volviéndose ficciones literarias, a medida que el anciano pregunta cosas que Larry no quiere responder y a medida que el mismo anciano evita otros temas que le traen sensaciones extrañas, indescriptibles, claramente ligadas a su pasado que no puede recordar. Esto, acaso, se vea exacerbado en uno de los últimos capítulos en los que el diálogo es también entre un anciano malhumorado y un joven idealista, pero en la Rusia zarista, en el contexto inmediatamente anterior a la Revolución rusa. Estos personajes son tan similares a los de Larry y Ramírez que también es hacia el final del capítulo que el joven se da cuenta de que el viejo, a pesar de su mal carácter, también es antizarista y apoya a los revolucionarios. O Fascínio das palavras

Más allá de esto, la pregunta de Larry es interesante: ¿Maldición eterna a quién? ¿A quien lea qué? A lo largo de toda la novela, la acción de leer toma un protagonismo especial. Desde el principio, Ramírez dice que todo lo que recuerda es lo que leyó en la enciclopedia en sus días en el hogar de ancianos de Nueva York; de hecho, dice que recuerda todo lo que lee. Dice que tiene que buscar el sentido de las palabras. Sólo conoce a través de las lecturas, y lo que piensa tiene que anotarlo en un papel, para que no se le olvide, y poder leérselo a Larry (pero siempre se olvida de agarrar el papel donde anotó sus pensamientos). También Larry lo acusa de no "saber leer las expresiones humanas". Todo el tiempo está obsesionado con las palabras, y su significado, pero también dice "Por favor, emplee palabras que signifiquen más. Conozco las palabras, pero no lo que estaba pasando dentro suyo" o, cuando Larry le cuenta sobre su infancia y su madre "Larry, por favor dígame otras palabras que usaba su madre." a lo que Larry responde "Mi madre no tenía palabras propias. Ni sabía pensar por su cuenta".

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